viernes, 4 de enero de 2008

Quién fuera como él

Por: "Jinre" 
para Juan Quintana, el de la Guitarra y la voz sin paradero final…
Huanuco y Lima 2007,

Al día siguiente, mientras almorzaba en un chifita, de esos donde el “chino” cocina mirando a la calle, escucho cantar a un chiquillo guitarra en mano, ...era él, el mismo muchacho a quien encontré la noche anterior en el trapiche, el que en medio del cargado y bullicioso ambiente trajo a Fito Paez con la frescura juvenil de su voz… lo invité a almorzar... claro, gracias…!! …una conversa pequeña, con algo de cansancio por la jornada transcurrida... y como si estuviese preparado, cantamos juntos un par de canciones mientras el chino seguía con el movimiento de sus hombros mirando la calle… acabada la última melodía compartida, nos despedimos por segunda vez, regalándonos buenos deseos, también por segúnda vez –la noche anterior fue la primera-
...ese mismo día, avanzada la tarde, sentado en una banca de la plaza de armas, frente al inevitable Hotel Real cuya dueña hoy en día es más concocida en Huanuco que la misma Perricholi, a lo lejos divisé al maestro, sí, era el poeta, escritor, don Samuel Cardich…
un golpe de vista, caray, me reconocerá?, ...cabeza hacia atrás, duda insistente, mano levantada a lo lejos… Sí..!!

me invitó a tomar un café - en el Ortíz - en ese momento y como por arte de magia: poetas, escritores, pintores – recuerdo a Domínguez Condezo, Yori Ordoñez y otros,cuya juventud amenaza con sabiduría – se conversó como siempre de muchos temas: las publicaciones, los nuevos libros, los amigos, Oché Salazar, Manuel Acosta Ojeda –el maestro-, luego... Sed, sí, ese poema de César Atahualpa Rodríguez Olcay, el mismo de “Yo no he nacido peruano, he nacido Arequipeño” – de pronto, Samuel Cardich: Ey, escuchen!! mientras me pedía que cantara o recitara: “Hay noches como en Bécker / que tengo el vino triste / la sed apresurada y el corazón también…” miradas, recuerdos… sentencias: ¡que grande ese señor…! lástima que no se lo conozca tanto…!

...luego, como rebotando de las paredes de grueso adobe del viejo café, como aleteado por las puertas batientes y colgantes de su inconfundible entrada… aparecía nuevamente una voz, joven en su timbre, una guitarra… el viejo Ortíz recibía a su nuevo visitante… era el mismo chiquillo, el del Trapiche de la noche anterior, el mismo del chifa donde el chino cocina mientras mira a la calle… que locura de vida…

yo le conté a don Samuel Cardich: “aquel muchacho es limeño, no llega a los 20 años, viaja de pueblo en pueblo tocando y cantando, se viene desde Colombia por tierra, por río, atraviesa el Perú…hoy está en Huanuco, mañana se va Lima y luego al Qozqo”, don Samuel dijo: "quién fuera como él, ir de pueblo en pueblo, libre, declamando poesía..."

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