Foto: Laguna “Totora Chica”, muerta y secada por la actividad minera de Yanacocha. Cajamarca.
Por: Jinre.
Cierto que una carretera
bloqueada afecta el derecho de las personas a la libre circulación. Pero
la contaminación ambiental afecta la vida, la salud, la sobrevivencia
de todo ser vivo.
¿Qué hacer entonces cuando estos reclamos por la vida no son escuchados y hasta se los menosprecian?.
No hay que pensar demasiado para caer en
cuenta que el primer y más importante delito que debemos combatir y
denunciar es el que atenta contra la vida de las personas.
La verdad, en lo personal me resulta
patética, frívola y vergonzosa la postura de aquellos que “lanzan el
grito al cielo” y se “indignan” cuando una carretera está bloqueada por
una protesta que pretende llamar nuestra atención sobre un tema urgente.
Sin embargo, estas mismas personas no dicen nada, no protestan, no
muestran igual indignación, no dicen: “esta boca es mía”, cuando se
atenta cruel y lentamente contra la vida. Sí, cuando se atenta CONTRA LA
VIDA cuando se contaminan los ríos, las aguas de riego y la tierra que
necesitamos todos para vivir.
Muchas personas desde la tranquilidad de
sus vidas citadinas, suelen invocar con suma efervescencia la
aplicación severa de la Ley contra aquellos “insolentes revoltosos” que
protestan y convocan a una movilización. Seguramente creen desde su
imaginario que las Leyes sólo están hechas para regular aspectos
meramente formales o para preservar el ornato de la sociedad; piensan en
las Leyes como si estas sólo fueran herramientas que sirven para
regular aspectos “cosméticos” u otros de mero trámite burocrático. Sin
embargo, estas mismas personas no asumen con igual fervor que la DEFENSA
DE LA VIDA es la primera Ley por la que debiéramos luchar en su
irrestricta aplicabilidad; la primera ley que debiéramos invocar para
denunciar a quienes con sus actos atentan contra la vida de poblaciones
enteras; pues sin la vida, no hay nada.
Tal vez sólo cuando por el caño de
nuestras cocinas y lavaderos salga agua sucia para tomar, o nuestros
niños tengan que verse obligados a bañarse con agua contaminada con
residuos minerales, podamos entender mejor la necesidad que existe de
alzar nuestra voz de protesta en defensa de la vida; llegado ese día,
esperemos que nuestros reclamos no sean tomados como propios de gente
revoltosa y politizada, sin razón alguna.
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