viernes, 3 de febrero de 2012

La opinión de Iván Thays me indigesta




 
Por: Jinre.


No tengo nada en contra del Sr. Iván Thays, no me cae mal, ni nada de eso. Sólo considero que su opinión sobre la comida peruana tan difundida en los medios de comunicación me resulta, en sentido figurado, indigesta, pesada, inservible, por lo que siento que está demás darle tanta publicidad; repito, hablo de su opinión sobre la comida peruana.

Una vez más, me ha resultado toda una sorpresa notar cómo podemos darle tanta publicidad a algo que considero debiera ser tomado con tranquilidad y con absoluto sentido común, por más que los gustos de don Ivan Thays, no sean precisamente de sentido común.

En lo personal, me encanta, y vivo orgulloso de la comida peruana, tanto de la costa, sierra y selva; del norte, centro y sur, a nivel del mar y en las alturas. No miento, he tenido la suerte de conocer todas las regiones de mi país y me encanta nuestra comida. Sobretodo, cuando siento que descubro ese ‘no sé qué’ en algunas preparaciones, esos secretitos de estilo que hacen que uno sienta un elevado placer al saborear nuestros variados platos tradicionales. Cierto es que muchos de nuestros potajes que suelen ser muy deliciosos al paladar, pueden jugarnos una mala pasada si abusamos de sus bondades. Eso para nadie es un secreto. En lo personal -y estoy seguro que para millones de personas- trato siempre de estar preparado ante los retos que produce el placer de poder comer rico. Si estoy en Arequipa, por ejemplo, no dudaré en requerir como “asentativo” de sus deliciosos platillos un buen Anis Nájar que, como parte anexa de la culinaria arequipeña, siempre nos ha brindado la tranquilidad digestiva que necesitamos, acompañado de un respectivo “salud”; así por ejemplo, y según donde uno se encuentre, siempre nos caerá bien para asentar nuestros placeres, una rica infusión de Anís cosechado en ese pueblo bello ubicado en el departamento de Apurimac conocido como Curawasi; según la ocasión, una yerbita de Muña tibia proveniente de nuestras serranías, o un mate de nuestra sagrada y milenaria hoja de coca, con toda seguridad serán los cómplices perfectos para disfrutar sin problemas nuestros antojos, todo ello siempre y cuando nuestros bolsillos y las circunstancias así lo permitan. Por lo demás, los cuidados para nuestro organismo de comensales cotidianos, deben ser los que con toda seguridad tienen todos los habitantes del planeta cuando disfrutan un plato de su preferencia, eso para nadie es un secreto. Después de todo esto, debo decir, que espero no caer en un esbozo frívolo de este tema, pues siento también que hablar de tanta variada comida en un país como el nuestro, con serios problemas de alimentación en grandes capas de nuestra sociedad, siempre será una vergüenza imposible de digerir.

Ustedes se preguntarán: ,¿y qué tiene que ver don Iván Thays con todo esto?. Pues en realidad, considero que nada, motivo suficiente por el cual sostengo que se le ha dado más importancia y tribuna de la que en verdad ha merecido.

Si en lo personal me gusta y admiro la rica y variada comida peruana, no pretendo creer tampoco, ni engañarme, que nuestra cocina peruana sea del agrado de todos los peruanos de manera absoluta y sin restricción alguna. Jamás creería tamaña ingenuidad. Debería ser de sentido común, entender que no todos los peruanos compartimos el mismo gusto por nuestra comida. A ello podemos sumar que lametablemente no todos los peruanos se identifican con nuestras danzas, nuestra música tradicional, o con las historias de nuestras culturas. ¿Es que acaso a alguien se la ocurrido creer tamaña ingenuidad?. En el tema que nos convoca, el señor Iván Thays no es el único ser nacido en el Perú a quien no le gusta la comida peruana y nadie tiene por qué molestarse por eso, sobretodo si caemos además en cuenta, que el señor Thays no es la persona más autorizada para hablar de toda esta rica herencia cultural de conocimientos históricos y fenómenos económicos en los cuales reposa ese camino maravilloso e interminable de la cocina peruana. Si nuestra comida goza ahora de una fama notoria, es sin duda por la labor de quienes desde diferentes frentes han hecho posible que ella pueda estar al alcance de muchas personas y convertirse por obra de sus bondades en una de las referencias más importantes de quienes visitan nuestro país.

El problema que veo en las opiniones del señor Ivan Tahys, es que las encuentro “pasadas de revoluciones”, tocando asuntos que estoy seguro no se les ha pasado jamás por la cabeza a personas como la recordada Teresita Izquierdo cuando cocinaba sus delicias, o sin ir muy lejos, a mí vecina quien cocina muy rico, o la “mancha” de patas de mi barrio cuando nos reuníamos especialmente para ir a comer juntos ese inolvidable ceviche, o esa chanfainita en el recordado mercadito de nuestra cuadra.

A veces me ha dado la impresión que las ganas recónditas que tienen algunos personajes para ser reconocidos como “diferentes”, o “extraordinarios”, rebasan la sensatez y objetividad que merece la realidad de los hechos. Los deseos de hacer pública una opinión discordante, a contracorriente de la mayoría –pues qué duda cabe que a la mayoría de peruanos nos gusta nuestra comida – se vuelve a veces un vicio en ciertos círculos o sectores.

Tengo la certeza que somos muchos a los que cuando hablamos con orgullo de nuestra cocina peruana no se nos atraviesa por la cabeza ciertas disquisiciones fantasiosas de que nuestra comida sea en verdad un “símbolo patrio”. Que yo sepa, ese tipo de interpretaciones sólo son posibles en las metáforas literarias. A todo esto, tengo la impresión adicional que el tema en cuestión se le escapó de las manos al Sr. Iván Tahys y ahora no encuentra la forma de cómo darle término.

Hasta donde tengo conocimiento, nadie ha planteado dentro de una publicación periodística de carácter internacional absurdos tales como que la comida peruana es un “símbolo patrio recién parido”. A nadie, he leído cosas como que nuestra comida es ese “elemento marginador que exacerba el peor nacionalismo”. El señor Thays ha llegado a tal empacho de opiniones que termina diciendo que quienes critican su disgusto con la comida peruana “expresan un repudio y amedrentamiento verbal propio de las dictaduras militares fascistas o de los islamistas cuando atentan contra sus símbolos patrios o religiosos”. ¿Qué cosa?. Ya sin freno, parece vomitar don Iván cuando señala que “ningún peruano necesita de ese discurso facho-grastronómico para encontrar su identidad”. Conste, que estamos recogiendo sólo algunas declaraciones y escritos de don Iván Thays. ¿Es que acaso don Iván ha perdido también el buen gusto por la interpretación sensata de la realidad al punto que desliza la idea de que quienes critican su falta de aprecio por la comida peruana son casi unos fascistas?.

Que yo sepa, no he sabido de nadie que escriba cosas como que la comida peruana es un “símbolo patrio para alimentar nuestro patrioterismo de parroquia”. Al único que he leído aseverar cosas en ese sentido es a usted don Iván y creo que tal vez sea por esa forma que tienen ustedes los escritores de abrir metáforas para interpretar la realidad, pero claro, sin que ello signifique necesariamente que la realidad sea tal cual usted la ha querido interpretar. Lo más lamentable, es que ante las críticas recibidas por sus declaraciones, no he notado en usted esa tolerancia que tanto reclama a quienes lo critican. Me pregunto: ¿acaso una de las primeras lecciones que aprenden quienes abrazan el oficio de escribir, en especial aquellos que lo hacen a nivel internacional, no es saber que sus opiniones y artículos pueden ser objeto de criticas?, ¿acaso no es consciente que el someterse al escrutinio público debe merecer de su parte la mesura necesaria para no caer en exageraciones, o para decirlo en sus propias palabras, en la indigesta de calificativos que evidencian más una notoria pérdida de cordura y de límites del tema?. Creo sinceramente que las ganas de ser “diferente”, de ser un “a contracorriente”, pose que a veces gusta tanto asumir a algunos intelectuales, termina desnudando serias falencias de madurez y cordura de de estas personas, el tema termina por escapárseles de las manos y los muestra faltos de reflejos para afrontar con la inteligencia necesaria las consecuencias de sus opiniones. Creo que algo de eso es lo que le ha pasado y viene pasando a don Iván Thays en este tema, es lo que siento.

Quien escribe estas líneas a modo de reflexión, es un perfecto desconocido, y no pretende colgarse de algún tema en especial, o de un hombre conocido como usted don Iván para ganar alguna notoriedad, tan sólo he querido asumir mi derecho a dar mi apreciación personal al respecto, atreviéndome a escribir, imperfecto, sin estilo, sin el buen gusto que estoy seguro usted posee dentro de este oficio, aunque como repito, nada es absoluto.

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